domingo, 13 de junio de 2010

Acerca de Oswaldo | Oswaldo Payá

Acerca de Oswaldo | Oswaldo Payá

La trayectoria de este hombre me parece que le hace digno de todo nuestro apoyo. Por la democracia y los derechos humanos sería un gran servicio que le fuera otorgado el Premio Nobel de la paz 2010.

lunes, 7 de junio de 2010


RÉPLICA AL ARTÍCULO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Mi muy querido amigo Miguel Krux me solicita que cuelgue esta réplica a mi artículo y quiero darle la debida prevalencia, así es que aquí lo tenéis. Desde luego, mi enorme gratitud por su atención.

Miguel:

Comprendo tu indignación por ciertas manifestaciones "giliprogres", que por ineptidud o deliberadamente omiten la otra cara de la moneda (sobre todo, lo que verdaderamente es Hamás). Antes de entrar en mi réplica quiero dejar claro que, sin duda alguna, Israel tiene el derecho a defenderse de las provocaciones de Hamás (y de otros), y sí, me atrevo a opinar que también con medidas preventivas y militares. También parece evidente que los activistas (al menos algunos) no sólo perseguían fines humanitarios, sino la intención de ejercer presión política y mediática sobre Israel, con la finalidad a corto plazo de derribar el coto a Gaza (aspiración legítima, uno la comparta o no) y a dejar en evidencia a Israel, lo cual (lamentablemente, y con un sueldo de 9 muertos) han conseguido.

¿Porqué? Aquí es donde entro en mi réplica. Cito:
"Alguien" dijo por ahí que Israel había tenido una respuesta desproporcionada….

No sólo desproporcionada, sino también ilegal.

Vayamos por partes.

Primero: ¿La respuesta fue desproporcionada?

Está claro que el desenlace no fue ni intencionado ni esperado (lo cual se podría aducir a favor de Israel). Parece evidente que la operación fue pésimamente preparada y realizada. Errores tácticos y operativos por doquier: los primeros efectivos que bajaron al barco fueron insuficientes, lo que llevó al desbordamiento y (supongamos de momento) a la hiperreacción de éstos; en el momento de bajar por las cuerdas, los soldados llevaban guantes que primero tenían que quitarse para alcanzar sus armas cuando los "activistas" ya se les venían encima con palos (supongamos que así fue, aunque los testigos interrogados lo niegen) y encima les quitaron dos armas. Dato interesante que leí en el diario Haaretz: la unidad estaba entrenada para el comabate individual, no para enfrentarse a un gentío enfurecido (aquí se debería haber enfocado una acción antidisturbios y no antiterrorista - reconozco que a posteriori y desde el sofá, es fácil decirlo; pero Mossad había hecho un seguimiento muy cercano ya antes de zarpar los barcos ¿?).

Así que la "desproporción" se debió a una operación mal hecha ¿Con un balance de nueve a cero muertos? Así me gustaría creerlo, pero los hechos que salen a la luz no son congruentes: Si bien la stiuación de incertidumbre, pánico, etc... de las unidades especiales puede explicar muchas cosas, me choca mucho que varios cadáveres presentaran heridas de bala disparada a bocajarro, y parece que (por lo menos) un cadáver, además de tener dos balas en el cráneo, tenía dos o tres más en las extremidades ¿Pero qué pasó en ese barco? Quizá nunca lo sabremos.

Segundo: ¿Fue legal (y por extensión: legitima)?

Aparte de haber sido desproporcionada, la respuesta fue ilegal. No entro en consideraciones morales, sólo abordo la cuestión del derecho international. Israel tenía que haber esperado a que el convoi llegara a la franja de contención de las 24 millas - punto. Dentro del espacio marítimo de 200 millas, un estado tiene el derecho exclusivo al usufructo comercial, pero no de interferir en la libre circulación del tráfico marítimo. Eso sí, a una nación en estado de guerra, para ejercer un bloqueo, sí se le "permiten" maniobras militares en esa zona. Pero Israel está en guerra con Gaza/Hamás - legalmente hablando - o no? Que se defina Israel: o beligerante con u ocupante de Gaza. Pero no ambas cosas a la vez, eligiendo el estatus conveniente según la ocasión. Y en algún foro he leído - así que lo afirmo con cautela - que Israel no ha firmado la convención international sobre derecho marítimo. En una entrevista al semanario alemán Spiegel, un experto en derecho internacional resumió el aspecto legal de la operación más o menos de la siguiente manera: "Está claro que con este abordaje Israel ha traspasado una línea roja, lo que estamos discutiendo (los expertos) es si han traspasado una lína fina o gruesa."

Entrando de nuevo en la cuestión operativa de la operación y en el aspecto de legitimidad (más allá de legalidad): parece evidente (aunque los detalles queden por aclarar) que antes de abordar el barco se omitieron fases de escalación (es decir: vías alternativas que tendrían que haberse agotado antes de poder ejercer el "derecho" al abordaje): franquear el paso (medios disponibles había), destruír el timón (p.ej. para luego remolcar el barco a Ashdod), y probablemente un par de opciones más (y volvemos a las reflexiones desde el sofá...).

Estrategia israelí y sus frutos:

Sea como fuere, y aparte de valorar la proporcionalidad, legitimidad o utilidad de esta u otras operaciones, me parece preocupante esta obesesión por una estrategia (o pauta política) de operaciones / intervenciones tan arraigada en la clase gobernante. Doron Rosenblum en la sección de opinión de Haaretz describe lo que él llama el "complejo comando" de la política israelí (de Netanyahu y Barak para ser exactos):

http://www.haaretz.com/opinion/israel-s-commando-complex-1.294206

No es que a esta política comando en plan peli americana pueda achacársele toda a culpa de este chasco llamado Medio Oriente, pero agrava la situación. A largo plazo es contraproducente para Israel, y tampoco es digno de un estado de derecho moderno, por muy acosado que esté (al contrario: debería hacer todos los esfuerzos posibles para no ponerse al nivel de Hamás). Así, Israel se va "desligitimando" poco a poco, y una vez erosionada esa legitimidad hasta hoy otorgada y compartida por sus amigos / aliados, le faltará cuando en su día crea necesario emprender acciones que por sí mismas podrían ser justificables por su derecho a defenderse.

En resumen, para Israel esta operación comando acabó en un desastre total: mediático (los activistas han ganado la batalla claramente), moral (no sólo en el campo internacional, el país mismo está profundamente dividido y desesperado a raíz de estos acontecimientos) y estratégico (Turquía era el último amigo que les quedaba en la zona, Obama está harto). Un verdadero desastre, que lamento tanto por Palestina como por Israel - nación que admiro mucho, que conste.

Menos mal que el barco rezagado, que se presentó en la zona con días de retraso, fue interceptado y escoltado sin incidentes a Ashdod. (Netanyahu: Éstos han sido activistas "buenos" y no terroristas como los que iban en los primeros barcos) Modelo a seguir para las próximas embarcaciones, que se presentarán ante Gaza sin duda, y algo de esperanza.

Fdo. : Miguel Krux

miércoles, 2 de junio de 2010

DE ISRAEL, ACERCA DE LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS…



Queridos amigos, como este tema me sangra y he soportado una estúpida manifestación fascioizquierdista y giliprogre, me atrevo a opinar….

Alguien dijo por ahí que Israel había tenido una respuesta desproporcionada….

Es calificable de desproporcionada la acción, reacción o respuesta que no se corresponde coherentemente con el texto y el contexto implicados en el hecho que la ocasiona. No creo ni mucho menos que sea posible calificar de este modo el problema que nos ocupa (el abordaje, por parte de tropas israelíes, a un barco sospechoso de portar armas para grupos terroristas que atacan efectivamente a población, ejército, territorio y bienes del Estado de Israel). Palestinos y mundo árabe (redundante), no se han cansado de decir que no dejarán las armas y de luchar hasta la desaparición del Estado de Israel. Lo que en este contexto resulta tendenciosamente desproporcionado, es llamar “masacre” a una acción militar que ¡ojo! no se realiza si no después de ofrecer reiteradamente a la flotilla “de la libertad” (ironías) hacer llegar la ayuda humanitaria que portan a Gaza, a través del puerto de Ashdod, una vez revisada la carga para evitar que se filtre armamento. En este contexto de guerra, y sabiendo la ideología y las intenciones de quienes organizan la flotilla de la “libertad” (ironía), simplemente hay que ser imbécil para pensar que no es posible que se “cuele” un arma para contribuir al arsenal de los terroristas palestinos. Simplemente hay que ser tonto, o angélico, o hipócrita y cínico. Las cosas por su nombre.

Se miente, cuando no, se es desproporcionado, cuando se oculta que Israel tiene reconocido en el concierto internacional un espacio marítimo de 200 millas náuticas, como zona económica exclusiva, y que la llamada flotilla “de la libertad” (ironía) ya estaba dentro de esa zona. Por lo que, decir abordaje pirata es desproporcionado, sobre todo si no somos tontos y conocemos el contexto, es decir, el enorme contrabando de armas perpetrado por Hamas y Al-Qeda. Es que los israelitas, para mayor abundamiento, invitan a los susodichos “cooperantes” (ironía) a llevar la carga al puerto de Ashdod para hacer un trabajo de Aduana. Como bien dice, con acertada ironía, mi amiga Patricia Garrido, “una vez entresacadas de las cajas de tiritas y vendas, las piezas para fabricar cohetes Katiushka o los cartuchos de munición de los AK-47 que los cooperantes, amablemente y de forma totalmente desinteresada, suelen dejar olvidados habitualmente en los envíos de ayuda humanitaria a Gaza”, la carga podía continuar por tierra a su destino.

Por cierto, se miente, cuando no, se es desproporcionado, cuando se habla del bloqueo inhumano de Gaza, porque es un bloqueo donde los israelíes permiten que entre, cada semana, del orden de las 15.000 toneladas de ayuda humanitaria (muchísimo más que lo que llevaban los barquitos “de la libertad” (ironía).

Se miente, cuando no, se es desproporcionado, cuando, además de omitir que no se les atacó así, de buenas a primeras, si no que se les demandó el alto, se omite que se les invitó a arribar al puerto de Ashdod. Se omite que solo fue un barco abordado, por que los cinco barcos restantes hicieron caso de las advertencias. Se omite que solo fue abordado aquel barco que, dentro de las doscientas millas de zona comercial exclusiva israelí, desobedeció el alto.
En un contexto de conflicto armado, atentados terroristas, contrabando de armas, juramento de hacer desaparecer el Estado de Israel ¿se puede considerar inapropiado un abordaje, después de haberles solicitado tres veces el alto, sin obtener respuesta? Es cierto que los israelitas hubieran podido abrir fuego sobre la línea de flotación de aquel barco y hundirlo con toda la tripulación y la carga (la buena y la mala). Y sin embargo se considera desproporcionada la opción de menor daño: abordarlo. El vídeo de la acción es incontestable. Un grupo nutrido de “¿pacíficos cooperantes”? se abalanza sobre un soldado israelí para apalearlo brutalmente, municionados de machetes y navajas, pistolas y palos. Poco para el armamento israelí, pero contundente para el pobre soldado sorprendido, que podía morir solo por el golpe de un palo. Entonces abre fuego el ejército y se producen las 14 muertes. A lo mejor, se debía preferir ver morir al soldado camarada y salvar la vida de los cooperantes enemigos ¿es lógico, no? –Ironía-

Masacre, (utilizar ese término sí que resulta desproporcionado ante lo que estamos reflexionando), hubiera sido hacer saltar el barco por los aires, con todos dentro y la carga humanitaria, y la otra, también. Pero, no, no ha sido así. Creo que hubo contención. Bastante contención, si además no omitimos interesadamente, que los heridos no fueron rematados, si no, por el contrario, enviados de inmediato a los hospitales y a los detenidos se les ha dado la oportunidad de elegir (¡horror, maldad!) entre marcharse (deportados) a sus respectivos países, o ser juzgados en Israel por actos que atentan a la seguridad del Estado (que, recuerdo, en tiempos de guerra, no ha mucho suponía la pena de muerte). Cosa que no va a ser el caso.

En esta tesitura la cadena de agresiones, guerras, conflictos, matanzas, puede no tener límite y cada uno, según dónde hace el corte de la secuencia, puede echar la culpa a cualquiera de los actores (como en nuestra guerra civil, según dónde empecemos a contar la historia, si en el 34 con la conspiración de socialistas, comunistas y anarquistas, pretendiendo echar abajo la República burguesa, para instaurar, al amparo de Stalin, el paraíso proletario, o en el 18 de Julio, cuando el famoso alzamiento… éste como echo aislado, golpe de unos militares sin contexto, o dentro de un país en que se agitaban dos fuerzas preparándose para aniquilarse mutuamente).

En la cadena de agresiones no puede haber argumento justificador. De nadie. La cuestión se resume en varias consideraciones. Para empezar, la descolonización de Palestina por los ingleses, que se hace bajo un contexto de presiones que pueden resumirse así: Al finalizar la segunda guerra mundial, había que tolerar dar a los judíos un espacio vital. Entre los motivos, además de reforzar la propaganda de los vencedores, descargar la culpa sobre una actuación más que discutible por parte de los aliados en el caso del holocausto (su omisión) y de paso, castigar la posición árabe que, en efecto, había sido pro germánica (porque siempre odiaron a los judíos). Ese odio actual no viene de la creación del Estado de Israel. Ya viene de antes (que no mientan). Tenemos que remontarnos a los tiempos de la 1ª guerra mundial. Hagamos un breve repaso del asunto: En la 1ª guerra Turquía (¡Ah! Esa que ahora se rasga las vestiduras con la maldad judía, pero no tuvo reparo en ocupar esos territorios cuando su Imperio Otomano dominaba todo Oriente Medio, aplastando cualquier sublevación árabe, sangrientamente)… Repito, Turquía fue aliada de Alemania. En aquel entonces dos fuerzas combatían por la independencia de los territorios de Oriente Medio (en manos de los turcos otomanos, insisto)… el sionismo, a punto de hacer realidad la famosa Declaración Balfour (que tiene como objetivo final un Estado israelita en Palestina) y el nacionalismo árabe, aglutinado en torno Hussein, que también se abrazaba a la alianza con británicos y franceses. Todos haciendo un frente antiturco.

Detengámonos aquí. Hasta la fecha no ha existido jamás un Estado Palestino. Mejor dicho, no ha existido un Estado Palestino de origen musulmán y de población árabe jamás. El último Estado fue el famoso Reino de Jerusalén, cristiano, creado por los cruzados y malogrado por Saladino, que anexiona el territorio como provincia de su imperio. Después nada más. Y antes del episodio del Reino cristiano, Estado como tal, solo fue el reino de Judea, liquidado por los romanos definitivamente en Masada (La Numancia judía. Los romanos sitiaron la fortaleza y cuando el asedio se hizo insoportable, los judíos se quitan la vida. 73-74 d.C.). Judea se convierte en provincia imperial (Provincia Iudaea), con procurador en Cesárea. Así es que, si hay que buscar legitimidad para un Estado en la zona, precisamente ese es un Estado judío o un Estado cristiano (según donde cada uno quiera hacer el corte secuencial de esta película o culebrón).

Pero volvamos a la historia más reciente…En este afán antiturco de la 1ª guerra mundial, y en alianza con británicos y franceses, en junio de 1916 comienza la revuelta árabe (recordad a Lawrence de Arabia). Hussein se declara rey de los árabes ese mismo año, aunque los pragmáticos británicos y franceses solo reconocen su soberanía sobre los territorios de la región de Hedjaz. Este límite señala las intenciones de las potencias europeas. Gran Bretaña y Francia pretenden conservar para sí en forma de protectorado Palestina y Mesopotamia (Irak). El informe Sykes revela con claridad ese objetivo por considerarlo esencial para sostener la hegemonía marítima, aérea e industrial de estas potencias (sobre todo la británica). Comprendiendo la situación, a los sionistas no les quedó más remedio que plegarse a las exigencias europeas si querían ver un trozo de tierra palestina asignada al pueblo judío y tener controlados a los árabes, que ya habían mostrado toda su intención de arrasar con cualquier intento de presencia judía más o menos institucionalizada.

Detengámonos de nuevo aquí. Recapitulemos. El único Estado que existió en ese territorio llamado Palestina, aparte del reino de Jerusalén, cristiano, fue un Estado judío, arruinado por las legiones romanas (En la Pascua del 70 d.C. Tito, avanzó sobre Jerusalén, capital del Reino de Agripa -su último soberano, descendiente de Herodes- con 4 legiones. Tras un duro asedio, y después de derribar las tres murallas de la ciudad, Tito entró triunfal en el "sanctasanctorum" del templo, llevándose como trofeo el candelabro, escena que puede verse en el. Arco de Tito). Podréis imaginar la cantidad de crucifixiones que tuvieron lugar aquellos días. Hubo aún focos de resistencia (el episodio numantino de Masala, que ya os he señalado), pero fue el final. A partir de allí Palestina fue provincia romana, bizantina, musulmana, turca y protectorado británico. Es importante insistir en esto para aquellos que busquen antecedentes legitimadores en la existencia de una nación o pueblo organizado como Estado, para justificar sus aspiraciones presentes. Los palestinos no tienen otra razón legitimadora que haber habitado en Palestina (o bien de origen hebreo convertidos al Islam como los marranos al cristianismo, o mestizos, u ocupantes árabes en expansión del Islam…ocupantes, invasores también). Pero, los judíos, además de haber habitado en Palestina toda la historia (al menos desde Moisés, época del faraón Ramsés II, XIX Dinastía, 1279 a.d. C), es que sí tuvieron un Estado en ese mismo territorio.

Así pues, por carta de presentación, antecedentes y fundamentos históricos, la balanza justificadora apunta sobre el pueblo de Israel por todos los costados, para darle legitimidad por encima de los palestinos musulmanes, que jamás tuvieron un Estado propio y que, de no ser hebreos, descienden de los invasores árabes que, con el expansionismo musulmán arrebatan Palestina al Imperio bizantino.

Pero volvamos otra vez a la historia reciente. El famoso acuerdo anglo-francés conocido como los acuerdos Sykes-Picot, guardaba una contradicción interna por su propia naturaleza. Francia e Inglaterra jugaron a varias bandas para asegurarse las alianzas necesarias contra los turcos. Por lo que, como hemos dicho, no sólo se pactó con los nacionalistas árabes, si no que también se pactó con los sionistas al mismo tiempo, ya que se incluye en el acuerdo dar cabida a la Declaración Balfour (noviembre de 1917), que constituye el documento sionista para dar cabida a lo que se conoció como el hogar nacional judío en Palestina. Esto chocaba frontalmente con las promesas hechas a la vez a los árabes, que daban por suyo todo el territorio liberado de los turcos, incluyendo Palestina, con lo que pretendían reconstruir el imperio musulmán de los tiempos de los Omeya o los Abbasies (toda una lección de respeto a las nacionalidades y pueblos diversos que habitan en ese espacio del Medio Oriente).

Así pues, por fin nos encontramos con el inicio de la actual situación en su forma presente: el nacionalismo árabe y nacionalismo sionista enfrentados en Palestina, aunque aún las cosas no estallarán debido a que el territorio queda bajo el control de la administración británica.

Con toda esta historia solo he querido apuntar que la causa Palestina no vale más que la causa israelita en cuanto a legitimidad sobre suelo Palestino. No solo no vale más. Vale menos, porque jamás tuvieron un Estado, y los hebreos sí, y éstos habitaron palestina antes, durante y ahora, mientras que los palestinos que hoy reivindican un Estado musulmán y la eliminación del Estado de Israel, son población invasora, que ocupa el territorio con la expansión del Islam. O es población convertida a la doctrina, la religión y la cultura del ocupante. Esa es la realidad histórica si queremos justificarnos en este tipo de argumentos.

Pero ahora vayamos más allá. Todo esto pasa por querer fundamentar un Estado en valores de carácter étnico y religioso. Y en esta tesitura, ni Israel, ni los palestinos tienen razón ninguna. El fundamento étnico, y qué decir del religioso, como base legitimadora del Estado es la lacra de nuestra historia. Una fase entendible en el pasado, en el proceso de evolución, en el paso de la manada a la tribu, que no entendía la identidad de grupo si no a partir de la consanguinidad, los lazos de familia. Que no había alcanzado la ilustración, la empatía, el pacto social, el convenio humano de voluntades libres bajo un proyecto racional, el Estado moderno, basado en el derecho y éste sobre lo intrínseco de la condición humana y no sobre lo anecdótico, coyuntural, o animal (raza, modalidad cultural para sintetizar). El nacionalismo, una vez más, nos muestra sus execrables bondades: sangre, odio, marginación, genocidio, apropiación indebida del espacio (tomémoslo en cuenta no solo para vertebrar España, si no a España con Europa y a esta con el mundo).

Deslegitimo la guerra entre ambas partes (para empezar, deslegitimo todas las guerras), porque no han sido capaces de estructurar un Estado con independencia de cultura, raza, religión, echando de las instituciones todo ese argumentario y creando un Estado capaz de aglutinar, desde la laicidad y los valores democráticos, a dos pueblos. Condeno toda forma cultura cuya visión sea negar al otro y negar el derecho del individuo. Y ello ocurre porque son sociedades que parten de considerar al individuo una pieza de la comunidad y no a él, en si, al individuo, como el sujeto de derecho al que, en todo caso, debe la comunidad servir y proteger.

A partir de todo esto, es evidente que el realismo político debe partir del odio irreconciliable y las diferencias culturales irreconciliables entre israelitas y palestinos musulmanes. Eso conduce a la posibilidad de dos Estados. Pero que no se engañe nadie. Dos Estados que es probable que, lo primero que harán, será declararse la guerra… la misma guerra, con otro estatus jurídico.
Y pese a esto, a la descalificación de partida, de ambas partes en conflicto, hemos de seguir con el realismo político. Israel es lo más semejante a nuestro mundo cultural. Es la frontera contra el Islam. Islam, para mi, significa, de partida, la mujer reducida a poco más que animal, a la definición de Aristóteles de la mujer (ser menor de edad), sujeta pues a la autoridad masculina, al servicio del hombre, con sumisión. Supone la opresión del burka. La lapidación por adulterio. Islam, para mi, supone la antítesis de los derechos universales del ser humano, del individuo, para sumirlo en una identidad que no tiene sentido en sí, si no en tanto y cuanto responde como la hormiga al hormiguero. ISLAM ME PRODUCE HORROR. No quiero ser políticamente correcto, porque por cosas de procedimiento puede llegar el día que a mis hijas, a mis amigas les toque llevar el burka para sobrevivir, y aunque soy antiabortista, puede que le toque a cualquier mujer ser lapidada por haber abortado. A ver si se dan cuenta de esto los giliprogres fascioizquierdistas, cuyo antisemitismo empiezo a creer que va más allá de un antiamericanismo, anti-imperialismo, anticapitalismo, y está en la raíz de la xenofobia que llevó al holocausto. Porque yo, para ser sincero, me abrazaría al mismísimo diablo americano, capitalismo incluido, antes que verme preso en una sociedad que, como “infiel”, cualquiera puede tener el derecho a liquidarme para ganar el paraíso de las huríes….

domingo, 4 de abril de 2010

A PROPÓSITO DE FUTURAS ELECCIONES Y ALTERNATIVAS

Creo que fue una excelente idea la del que acuñó el término “zapaterismo”, haciendo referencia al caudillismo del Sr. Zapatero y al grupo que, al más puro estilo de las mafias sicilianas, se ha estructurado en torno suyo, apoderándose del antiguo partido Socialista (PSOE), y convirtiéndolo en una especie de feudo y plataforma que les facilita el acceso al poder de la nación.

La acuñación del término contribuye al urgente distanciamiento que debe establecer la socialdemocracia con respecto a esa camarilla que ha secuestrado a aquel partido.
En efecto, Zapaterismo, que no socialismo. Y eso es lo que debemos insistir hasta la saciedad.
A mi modo de entender y tras estudiar el programa y el discurso político, el espacio de una socialdemocracia europea (que valientemente trascienda la vieja y obsoleta frontera ideológica de la izquierda decimonónica), no lo está ocupando nadie (al menos de un modo claro y decidido). Parecía ser el camino de Upyd, pero los acontecimientos internos de esa formación, sugieren una deriva hacia el caudillismo, al más de lo mismo en lo que se refiere a la politocracia y a ninguna novedad sustancial en la contribución y el marco ideológico para afrontar los retos políticos de futuro, no solo de España, si no de Europa, realidad en la que deberá insertarse nuestro país. Su discurso no pasa de un nacionalismo que, incluso, puede resultar trasnochado, una solución federalista discutible, y una actitud ante los retos de futuro que no pasan del mediano plazo, dentro de una visión sin horizonte. Movimiento lastrado por un concepto de transversalidad imposible, porque no se puede dar fortaleza a un partido pretendiendo articularse en base a unos cuantos puntos programáticos (sobre todo centrados en la estructura del Estado y poco más), olvidando que hay posiciones irreconciliables en otras esferas no menos importantes de la vida política (aborto, pena de muerte, eutanasia, por citar algunos ilustrativos, que separarían a los afiliados de un modo tajante).

Conformes o no con las tesis socialdemócratas, hubiera sido una buena idea para los socialdemócratas (y para el resto de nosotros) haberse liberado de ZP y su camarilla y del lastre histórico de un partido (PSOE), que es ya caricatura de sí mismo y además invadido por una caterva de oportunistas, rastreros, mercaderes de la cosa pública, cuando no, ignorantes al paño, con una falta de criterios y de formación filosófica que asusta (léase alguna Ministra con problemas de definición acerca de la naturaleza humana y la condición necesaria para ser sujeto de derecho).

A mi modo de entender Upyd perdió una oportunidad histórica de presentarse como la regeneración de la socialdemocracia, superando dogmas, adoctrinamientos, fanatismos, lastres históricos, e incorporando la flexibilidad que exige la dinámica de la historia. Apertura conceptual. Sentido crítico y autocrítico. Capacidad de incorporar cualquier propuesta que realmente sea útil para el desarrollo de la humanidad. Puede, ahora, que intente dirigirse, para estas elecciones autonómicas y municipales, hacia ese sector de la izquierda. Creo que, el golpe interno que supuso su Congreso de Noviembre pasado, iba encauzado en esa dirección: reconducir la línea ideológica del partido hacia la izquierda. Creo, incluso, que esa fue siempre la mira de su cúpula. Y por ello, creo que no fue ético el proceso, ya que se valieron de un discurso ambiguo, disfrazado de "transversalidad", abanderando la lucha contra ETA, la defensa de valores nacionalistas españoles, para atraer a unos votantes que, por fuerza, tendrían luego que ser apartados, pero necesarios en la primera hora para lograr las tres victorias (la diputada del Parlamento Nacional, el autonómico y el eurodiputado).

Nunca confié en la transversalidad. El por qué, ya lo he señalado líneas más arriba, pero la nefasta política antiterrorista de la primera legislatura de ZP, sumado a más errores que estamos ahora mismo pagando, me hizo pensar que un partido con puntos programáticos escasos, pero urgentes de necesidad, bien merecía una especie de pacto ciudadano, aglutinando distintas corrientes, pero concurrentes en la luchar por una regeneración democrática y perfeccionamiento del sistema democrático, para oponernos a las alianzas, pactos y componendas contra natura, peligrosas, y que solo responden a políticas de coyuntura, del salir del paso, sin ninguna visión de Estado, ni visión de largo alcance, ni proyección de futuro.

Desde estas líneas quisiera dirigirme a todos los que me seguís en este blog: Ante el proyecto fallido de UPyD, de Ciudadanos y otros intentos, volvemos a estar huérfanos muchos ciudadanos. Sin embargo, pienso que es un excelente momento para iniciar, sí, una vez más, y cuantas veces sean necesarias, una nueva iniciativa política. No transversal. Clara, valiente, con miras no solo al presente, que hay que resolver sin duda, pero con visión de futuro. Creo que ha llegado la hora de trabajar por una empresa que trate de evitar el empobrecimiento que supone el bipartidismo, la concentración insana y peligrosa del poder en dos facciones, el embadurnamiento de la clase política con gente tan falta de criterios, cultura, formación y capacidad de gestión, motivada solo a medrar en las arcas del Estado, y sin ninguna ética.

Conozco ese discurso reaccionario y derrotista, bien alimentado por las mafias políticas (tanto de un signo como de otro), que pretenden evitar la fuga de votos, insistiendo en que no hay lugar ni posibilidad para otras opciones políticas que las ya establecidas. Apelan al voto útil. Apelan al temor de la dispersión del voto, argumentando que ello podría beneficiar al contrincante indeseado.

Estoy convencido que centenares de miles de ciudadanos, votantes del partido que gobierna, no están de acuerdo con el zapaterismo, pero temen otorgar el triunfo al partido de la oposición. Estoy también convencido que centenares de miles de votantes del principal partido de la oposición, no están convencidos de la alternativa que éste les ofrece, pero temen continuar con este desgobierno zapaterista.
Creo que es la hora, incluso para sanear esos partidos, de decidir un voto valiente, una alternativa política que, además de serlo, manifieste el rechazo total al estilo de política que domina la escena nacional y que todos los partidos están desarrollando con total falta de respeto a la dignidad de los ciudadanos.

Es preciso en estos momentos concienciar a los responsables de los partidos, que su poder depende efectivamente de los votantes. Y es preciso, para ello, que los votantes les demuestren que tienen la capacidad, no solo de enviarles a la oposición, si no, también, de apartarlos de la vida política y de alejarlos como alternativa efectiva de gobierno.
Pero, para ello, es necesario que los ciudadanos nos deshagamos de nuestros temores, nuestros fantasmas. Superar de una vez para siempre la brecha del guerrocivilismo, la concepción maniquea de la historia, que tan bien y buenos resultados le ha dado y da a ambos sectores políticos de este país. ...¿Acaso no se puede concebir una izquierda carente de fanáticos incendiarios de iglesias, asesinos de monjas, expropiadores de bienes, adoctrinados en la fe, que no en la convicción, de unas proclamas asumidas tan emocional y visceralmente como un religioso se entrega a sus creencias? ...¿Acaso no se puede concebir una derecha distinta a la carcuncia del 36, desligada del fascismo? Quiero recordar a quienes insisten en esa identificación, que fue el Sr. Churchill, conservador donde los haya, lo mismo que De Gaulle -EEUU incluido- los que se enfrentaron victoriosos al nazismo y al fascismo.
Querernos hacer ver en la derecha a las fuerzas mismas del franquismo, la dictadura, el compendio de la maldad fascista, es jugar perversamente, deshonestamente con la historia de nuestro país, para secuestrar nuestro voto como voto útil.

Aznar gobernó, Suárez gobernó, Calvo Sotelo gobernó, Felipe González gobernó y este país ha seguido su trayectoria democrática. Es hora de dejar de demonizar a la derecha y a la izquierda para cautivar los votos en dos polos mayoritarios. Es hora, eso sí, de tener clara cual es la línea que separa una visión con mayor o menor sensibilidad social, modos de entender la ética de las relaciones sociales y el orden social (léase cuestiones como el modo de entender el matrimonio, el divorcio, la unión entre parejas del mismo sexo, los derechos de la mujer, de los homosexuales, de la infancia, de los inmigrantes, de todas y cada una de las minorías, la definición de vida humana y sus derechos, la pena de muerte, los derechos laborales, el peso del Estado en la esfera de lo íntimo y lo privado, la política medioambiental, desarrollo y ecología, relaciones con el 3º Mundo, la investigación genética, etc., etc.). Pero, sobre todo, no solo de detenernos en las declaraciones de principios. Ya hemos oído y escuchado bastante a las dos fuerzas políticas que monopolizan el poder. Lo que es necesario, es que su discurso se corresponda honestamente. Y en esta última asignatura, los dos grandes partidos han actuado y actúan con total desprecio de la verdad y la coherencia, muchas veces traicionando sus principios, desdiciéndose de lo que han afirmado, o atropellando el derecho de algún colectivo si el oportunismo político lo exige.

Por todo esto, es necesario un espacio político donde los ciudadanos tengan la posibilidad de ser sujetos activos en las decisiones que atañen a nuestro destino como sociedad. Un movimiento político que surja de la raíz misma de la ciudadanía, pero con un claro proyecto político y una clara concepción ideológica. Cuando hablamos de una época en la que las ideologías han sido superadas, tal formulación no es exacta. Lo que realmente ha sido superado, es la frontera conceptual en la que se han movido las ideologías tradicionales, no pudiendo dar cumplida respuesta a todos los niveles de una realidad que, ahora, está revelando toda su complejidad e interaccionalidad.
Es evidente que, con tal definición, no se llamará a engaño nadie y se podrá o no ser partícipe de ese espacio político. Pero, por eso, es necesario un espacio que supere el fanatismo y sea capaz de alinearse y articularse puntualmente, sin perder sus idearios y principios, con partidos y plataformas ciudadanas ahí donde se coincida en objetivos. Hablamos en concreto de cuestiones básicas como los derechos de los ciudadanos en este espacio que llamamos España, la reforma de la ley electoral y de la aplicación de la ley d’hont (la exigencia de aplicar el principio elemental de “un ciudadano - un voto”); la separación total y absoluta de los tres poderes del Estado, para evitar las aberraciones y manipulaciones del poder político sobre el judicial, como estamos viendo de manera abochornante. La devolución de competencias estratégicas al Estado, cuando estamos siendo testigos de la descoordinación, cuando no, la contradicción y la desigualdad entre las comunidades autónomas y el enorme derroche y gasto presupuestario.
Y quiero especialmente detenerme en este asunto porque, la perversión maniquea y deshonesta de ciertos sectores políticos, ha llegado al punto de querer calificar cualquier sentido coherente de vertebración del Estado como un perverso nacionalismo al más puro estilo fascista. Nada más lejos de la verdad. Ese concepto queda para el nacionalismo español, catalán, vasco, gallego, y cualquier otro de fundamento etno-cultural. Para grupos políticos peligrosos, con los que no han tenido ningún inconveniente pactar las dos grandes fuerzas políticas, conduciéndonos a una tensión interna irresponsable.
Para cualquier mente medianamente clara, medianamente culta y razonable, libre de orejeras partidistas y fanatismos ideológicos, es fácil comprender la necesidad de concebir una organización administrativa como categoría en la que se resume una sociedad jurídicamente establecida, formada por ciudadanos que se dotan de unos instrumentos que les permiten resolver sus problemas culturales, sociales, económicos, que pactan un sistema político que les garantice sus derechos y afrontar sus objetivos. No hay razas, ni hegemonías culturales. El fundamento al fin y a la postre, es el pacto rousseauniano. El pacto social, racional, entre voluntades individuales, de ciudadanos libres, con independencia de credos, razas, lenguas, procedencias sociales, sexo, edad, y cualquier otro rasgo que no resulta sino que anecdótico. Y esta es la concepción que deberíamos defender también para la Europa que se pretende construir.

Con estas palabras he querido invitaros a reflexionar desde mis propias reflexiones. En la necesidad de crear ese espacio político que realmente suponga una regeneración democrática a la vez de un proyecto político claro.

Pero, en la posibilidad de fundar un movimiento político capaz de dar respuestas a los retos de mañana, no debemos plantearnos urgencias apegadas a coyunturas y contingencias. No debemos fijarnos metas tan cortas de mira, tan mezquinas, de tan poco alcance, como puede ser el hecho coyuntural de presentarse, ganar o perder unas elecciones mas o menos próximas. Y menos sin considerar el cómo se ganan y a qué se renuncia para ello. El proyecto político que ha de construirse debe ser el resultado de una decisión firme por construir nuestra propia historia, libres de intereses mezquinos, de interese de grupo, capaz de involucrar al conjunto de la sociedad y ofrecer una opción que permita a los ciudadanos de este país ser de una vez para siempre libres del voto del miedo, del voto secuestrado, o del voto pesimista que se rinde a la idea del menor de los males. Asumamos de una vez, valientemente, utópicamente, que se puede ganar o perder en una coyuntura, pero que podemos, que debemos construir un futuro sólido, libre de oportunismos políticos y políticas contingentes, carentes de modelo de Estado, sociedad, objetivos.